Aunque parezca paradójico, Carl Honoré, uno de los máximos exponentes del movimiento por la lentitud, propone que las organizaciones y las personas deben desvincularse del culto a la velocidad. Para él, la lentitud es un método de vida que nos hace más eficaces, productivos, creativos e innovadores. No siempre la solución o la respuesta más rápida es la mejor o la más eficaz. Precipitarnos a veces nos hace incurrir en graves errores o en empeorar las situaciones. Para solventar los grandes y pequeños problemas que enfrentamos, un enfoque meditado y paciente es la mejor forma de afrontarlos.
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Ir más lento para llegar mejor y más rápidamente
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